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The custom is running Considering that the seventeenth century, the performs now having a time at the time every 10 years, with local Guys rising their beards in planning a year upfront, and the vast majority of village coming with each other to put over the demonstrates. You’ll really have to wait right until 2030 for the next creation, but Oberammergau is worth a take a look at any time. Other exhibits operate all 12 months spherical, the village alone is a delight, and its well-put situation over the German Alpine Highway causes it to be a practical cease when traveling to the nearby Linderhof Castle and Ettal Abbey. Suggested by Gethin Morgan.

Pero ese conocimiento no puede provenir de la ac­tividad cognoscitiva común. Se impone una elevación del alma que reduzca las apariencias múltiples, y eliminando los opuestos conduzca al nivel de coincidentia oppositorum. La conciencia debe modificarse,­ transformarse, situándose más allá de la dualidad en el eje mismo del Ser: en consecuencia no puede comportar grados ni transiciones. Como quería Nicolás de Cusa, quien busque lo infinito debe desligarse de la multiplicidad fenomenal y realizar una comprehensio incomprehensibilis, una inmersión en la misteriosa profundidad de la conciencia del cosmos, para “volverse uno” y tornarse semejante a Dios.

¿Cómo –me decía– he podido existir tanto tiempo fuera de la naturaleza y sin identificarme con ella? Todo vive, todo se agita, todo se corresponde; los rayos magnéticos emanados de mí mismo o de otros, atraviesan sin obstáculo la cadena infinita de las cosas creadas: es una purple que cubre el mun-do y cuyos hilos se comunican con los planetas y las estrellas.

       Son los principales guardianes, de la rica literatura oral: el vocabulario poético de un shaman yakuta comprende doce mil vocablos, cuando su lenguaje habitual –por otra parte el único conocido­ por la comunidad– sólo posee cuatro mil.

Para Rilke, el hombre es el desgarrado peregrino de un mundo obvious y otro invisible. El primero conocido por los sentidos, el segundo accesible por la intuición y la visión espiritual. Uno tridimensional y discontinuo, otro multidimensional y continuo, sólo perfilado a través del lenguaje de los símbolos. El hombre que acepta únicamente el mundo físico, –pensaba el poeta– se desplaza como inmerso en el sueño y no supera un conocimiento literal. Se halla hipnotizado por el mundo de las formas, reacciona a los estímulos con respuestas estereotipadas y piensa que su ser es la suma de esa multitud de actitudes mecánicas. Sin embargo, detrás de esa niebla de gestos repetidos y palabras convencionales existe un grado de verdad que Rilke conoció por sus vivencias religiosas, por su capacidad para experimentar lo incondicionado; ese “momento fuera del tiempo’ see this que permite la visión unitaria­ del cosmos, el acceso al “yo” secreto y misterioso.

El artista subjetivo no crea, se halla sometido al caos de los pensamientos que lo gobiernan y realiza su obra de acuerdo con las imposiciones de los “yo” sucesivos. Vive en la hipnosis de sus pasiones, de sus gustos y de sus hábitos.

La sabiduría –piensa Rilke– consiste en haber frecuentado a la muerte, en aprobarla y vivirla con amor, toda vez que en su tránsito terrestre el hombre es sólo un transformador, cuya misión consiste en grabarse intensamente lo visible que lo rodea de manera tal que su esencia tome a renacer invisible. ¿Transformar?­ Sí, –insiste el poeta– porque tal es nuestro deber: “imprimir esta tierra provisoria y caduca en nosotros, tan profunda, tan dolorosamente, tan apasionadamente, que su esencia resucite en nosotros “invisible”.

Su primera rebeldía que simboliza un esfuerzo individualista e inorgánico por reformar el mundo, le dicta estas frases terribles, recogidas por Ernest Delahaye:

La conciencia puede pasar del estado binario al estado analógico y provocar la “puesta en marcha de las máquinas ultrarrápidas contenidas en la parte dormida del cerebro”.23

Profundizar la aventura que señalan estas proposiciones significó para Daumal avanzar por una vía sobrehumana desde la cual “las comunicaciones con el mundo corren el riesgo de cortarse definitivamente”.

Pero ni el ensueño de Obermann ni los mitos de Nodier en El Hada de las Migajas, alcanzan la profundidad mística que impregna las obras de Maurice de Guérin. El sentimiento de la vida cósmica que asoma en las últimas visiones de Hugo y que habrá de patentizarse en Aurelia, se anuncia ya en el Cuaderno verde. Guérin es un niño maravillado que transita los límites del tiempo. Por momentos cruza su frontera y retorna impregnado de eternidad.

En Los Cuadernos de Malte Laurids Brigge, ese “irse” del nivel ordinario se manifestó por la pérdida del marco temporal. El “momento fuera del tiempo” fue para el poeta un modo de situarse en la realidad, de tenderse hacia lo grande y “abierto”.

La sensación de esa experiencia liberadora del principium individuationis, se proyecta en su obra poética mezclándose a sus lecturas y a sus recuerdos personales. La simbología tradicional se confunde con sus propias vivencias, los paranormales estados de su psiquis se agudizan.

Tener imaginación, escribe Mircea Eliade –calificado como pocos para avanzar en el conocimiento de los símbolos– es ver el mundo en su totalidad, porque la misión y el poder de las imágenes es hacer ver todo cuanto permanece refractario al concepto.

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